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La burguesía disfraza su propio interés particular, para que de tal forma, ese interés particular forme parte del interes general

lunes, 15 de enero de 2018

¿Y si todo empezó en Honduras?

Manuel Zelaya
¿Alguien se acuerda de Honduras? Este país centroamericano es considerado un laboratorio del Departamento de Estado de EEUU para probar estrategias que luego se aplicarían en el resto de América Latina para preservar el control sobre el patio trasero.
Mientras los medios de comunicación masivos llenan espacio con cualquier calamidad que ocurre en Venezuela, de Honduras  se habla poco o nada. Nadie habla de su 66% de pobreza, 42% de indigentes, de su desempleo cercano al 28%, ni que es el país que ocupa el puesto 130 sobre 188 en desarrollo humano. Este país tiene uno de los ingresos per cápita más bajos del continente americano y es el más desigual, siendo el sexto más desigual a nivel mundial.
Como sus vecinos, Honduras encuadró durante años en el estereotipo de república bananera, era uno de los estados sometidos a los caprichos de la empresa estadounidense United Fruit, que extraía recursos naturales de Centroamérica y Caribe a bajísimo costo para venderlo en el insaciable mercado de consumo de EEUU. Para que United Fruit pudiera hacer este negocio, necesitaba tener gobiernos centroamericanos controlados, con lo cual, el papel del embajador de EEUU en estos países era vital para derrocar gobiernos populares (como Arbenz en Guatemala, Bishop en Grenada o Torrijos en Panamá) y para instalar títeres afines a los deseos de Washington. Esta mecánica podía darse bajo diversos métodos, algunos sutiles como fraudes electorales y otros más toscos y aberrantes como golpes de estado militares, asesinato de presidentes y hasta intervención directa (invasión) del ejército estadounidense. La farsa democrática muestra un esquema de 2 partidos tradicionales: El Partido Liberal (PL) y el Partido Nacional de Honduras (PNH)
Esta injerencia norteamericana en Honduras es tal, que el embajador de EEUU recibe el nombre de procónsul, a diferencia de sus pares de otros países y tácitamente se acepta su papel de actor político en la política hondureña. Hoy las exportaciones principales no son las bananas, destacan las maquilas, las fábricas de trabajo esclavo que muchas empresas importantes instalan en estos países por la mano de obra barata.
En este escenario preocupante, ocurrió en 2006 un hecho que quebró las reglas, asumió como presidente José Manuel "Mel" Zelaya Rosales. En principio no parecía nada nuevo, un hombre rico perteneciente a la élite que controla política y económicamente al país, integrante de un anquilosado partido tradicional (PL), sin embargo, este hombre se dio cuenta del atraso de su país y comenzó a emprender reformas sociales, tocando los privilegios de su clase y acercándose a otros gobiernos populares de la región al adherir al ALBA (Alianza Bolivariana para las Américas).
Semejante traición a su clase no pasa desapercibida, casos como este se escarmientan con severidad para evitar repeticiones. La gota que colmó el vaso fue la consulta que quería hacer Zelaya sobre una reforma constitucional, propuesta prohibida para los gobiernos populares.
En junio de 2009 un escuadrón militar capturó al presidente Zelaya mientras dormía, de madrugada y lo llevaron a Costa Rica, país que ni siquiera tiene fronteras en común con Honduras. A partir de este momento empezó una farsa de legalidad consistente en desprestigiar a Zelaya, se arguyó que las fuerzas armadas tuvieron que actuar para detener los atropellos del presidente. De los atropellos de las fuerzas armadas  no se encargó nadie y fueron llevados a cabo religiosamente.
El golpe de estado que ubicó temporariamente a un integrante del congreso, Roberto Micheletti, fue notoriamente condenado por el resto de Latinoamérica y de manera muy tibia por EEUU que no hizo nada por exigir que el presidente Zelaya sea restituido en sus funciones. Causan una gracia amarga las excusas del ex ocupante de la casa blanca, Barack Obama, quien dijo que no intervino para que no los acusen de yanquis injerencistas. La misma actitud que tuvo EEUU con Pinochet, Somoza o Suharto, vaya casualidad!
Dirigente indígena Berta Cáceres, asesinada en 2016
A diferencia de las dictaduras del Plan Cóndor o de otras que se observaron en Centroamérica, se disfrazó al golpe de destitución parlamentaria y hacer un llamado a elecciones  en un tiempo breve con la finalidad de no permitir que Zelaya se presente. Mientras en el país se produjeron feroces operativos represivos de la policía que dejaron un número considerable de muertos, heridos, detenidos y desaparecidos, como en otros tantos de nuestros países, las fuerzas de seguridad terminan sirviendo al cuidado de los privilegios de los oligarcas.
En todo este tiempo Honduras volvió a la senda de gobiernos títeres, las violaciones a derechos humanos han crecido considerablemente, la inseguridad es creciente, hay persecuciones y asesinatos políticos como el de Berta Cáceres, dirigente indígena que participa en el documental que les compartimos.
En las recientes elecciones presidenciales se interrumpió la carga de datos cuando la tendencia favorecía irreversiblemente a la fórmula de la esposa de Manuel Zelaya, Xiomara Castro. Con el tiempo, se repuso el sistema y milagrosamente se invirtió el resultado electoral a favor del candidato del PNH.
Con el correr de los años vemos el renacer de la derecha latinoamericana, que no tiene nada para sorprendernos, solo métodos más modernos de persuasión y sometimiento, en algunos casos más preocupada por los modos, por ejemplo, en hacernos creer que el único infierno, se llama Venezuela.





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