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domingo, 5 de marzo de 2017

La unidad 731

En la primera mitad del siglo XX el imperio del Japón evidenciaba un gran crecimiento de su población y cierta carencia de recursos naturales que le permitieran sustentar su desarrollo.
Japón había derrotado a Rusia en la guerra de 1904 y el triunfo ante un gran imperio europeo, junto a cierto grado de avance económico y tecnológico, le dieron al país del sol naciente la confianza para transformarse en una potencia dominante del este asiático y conquistar regiones vecinas que generalmente eran más atrasadas.
Dr Shiro Ishii
Pero para transformarse en una potencia dominante, se debía desarrollar una industria bélica, la cual era poco sustentable con los recursos con que contaba Japón, es por esto que el imperio invade y anexiona la región china de Manchuria, entre otros territorios del Lejano Oriente.
Manchuria, situada al noreste de China, es un territorio rico en minerales, los cuales eran necesarios para el desarrollo japonés. En esta región se instala una unidad del ejército nipón conocida como Unidad 731 a cargo del Teniente General Shiro Ishii quien además era doctor en medicina.
La unidad no se mostraba como tal. Ubicada en las afueras de la ciudad manchú de Harbin, tenía el aspecto de un depósito de granos, un edificio dedicado a acopiar productos agropecuarios locales, sin embargo era un centro donde se cometieron horrorosos crímenes.
Por aquellos años se estaba desarrollando en Europa la Segunda Guerra Mundial, los ojos del mundo estaban puestos allí, mientras los horrores del nazismo se cometían nadie prestaba atención a las atrocidades cometidas por el ejército japonés en los territorios que invadía.
Los japoneses se creían superiores a los pueblos vecinos y esto los llevó a tener un trato bastante inhumano contra sus sometidos. Los chinos aún recuerdan que los japonenses se referían a los "troncos" cuando hablaban de las víctimas a quienes sometían a los experimentos.
El doctor Ishii (el Mengele japonés) hizo experimentos de toda índole usando prisioneros como ratas de laboratorio. Estos consistían en averiguar cuánto soporta un ser humano dosis de un cierto virus, cuán cerca puede estar de la explosión de una bomba, cuanta presión tolera un ser humano dentro de una cámara hiperbárica hasta reventar y hasta vivisecciones (donde rara vez se usaba anestesia) para ver el funcionamiento de los órganos en vivo. Todo tendiente a mejorar las técnicas de la guerra bacteriológica. Los cuerpos luego eran incinerados en los hornos de la unidad.
Se suponía que al mejorar estas tácticas de guerra, los japoneses podrían derrotar a quien consideraban en ese entonces su peor enemigo: EEUU.
Sin embargo las 2 bombas atómicas sobre Hiroshima y Nagasaki (además de la enorme cantidad de ciudades japonesas atacadas con bombas convencionales) hicieron que el emperador Hirohito capitulara en setiembre de 1945 dando fin a la Segunda Guerra Mundial. Los experimentos realizados por Ishii y su equipo se transformaron en relevantes para los contendientes de la Guerra Fría y es así como los criminales japoneses de la unidad 731 vendieron sus resultados a cambio de impunidad a las potencias vencedoras. Esto también se hizo con científicos nazis, muchos de los cuales fueron a trabajar a EEUU.
Es así como los estadounidenses se hicieron de este material obtenido tras experimentar con seres humanos, algo que (en teoría) es ilegal en EEUU. El Dr Ishii murió como héroe de guerra en Japón sin haber pisado jamás una cárcel.

Lamentablemente aún no hemos conseguido el documental en castellano, sólo se pueden activar los subtítulos en inglés.





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