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La burguesía disfraza su propio interés particular, para que de tal forma, ese interés particular forme parte del interes general

viernes, 18 de diciembre de 2015

El destino de toda burbuja es reventar

El neoliberalismo tiene un comportamiento característico en cada país que se instala, más allá del previsible rumbo económico que se desarrolle, los gobiernos afines al libre mercado tienen 2 opciones: fomentar una estrategia de shock o imponer cierto clima festivo que renueve la lógica neoliberal para que a nadie se le ocurra ponerla en duda.
La primera estrategia ha sido empleada en los llamados tiempos de cambio, cuando un país abandona políticas desarrollistas, keynesianas o incluso socialistas para adentrarse (por voto popular o por la fuerza) a un sistema de libre mercado. La segunda es una forma de "reciclado" del modelo en países que ya están bajo su yugo y por lo general consiste en alentar cierto tipo de negocios (generalmente especulativos) que en un principio pueden ser aparentemente beneficiosos para un sector de la población, pero que al no sostenerse en la producción, a la larga termina suemiendo al país en la crisis.
El neoliberalismo necesita seducir a la población para aferrarse al poder (siempre que no se incurra en la metodología del miedo), no es de extrañar que amplios sectores de clase media se vean conformes con modelos que alienten el consumo a precios rebajados, sin importar que ésto se produzca por una apertura indiscriminada de importaciones que destruya la producción local o en una rebaja abusiva de impuestos a ciertos sectores de la producción.
En Europa se dio el caso de particular de los "booms" inmobiliarios, grandes empresas que se endeudaban para hacer ambiciosas construcciones que luego serían tasadas muy por encima de lo que realmente valían, clientes que, endulzados por las facilidades del modelo, estaban dispuestos a acceder a ellas bajo cualquier costo,  bancos y toda clase de financieras participaban otorgando préstamos y financiando negocios que nadie sabía como terminarían, pero mientras se llevaban su tajada. Todo era una fiesta.
En el caso particular del documental, se ve lo que ocurre en España, país donde algunos medios de comunicación celebraron algunos giros a la derecha que dieron ciertas democracias americanas recientemente. Si el camino de la "buena senda" es el que siguió España, dudo entonces que tengamos que alegrarnos nosotros, el libre mercado español se sostuvo en base a deuda privada y pública para mantener la fiesta de la burbuja inmobiliaria. Los privados querían conservar su negocio confiando en la capacidad de pago de sus clientes que no tardaron en caer en la ruina, mientras el estado, a sabiendas de que estas operaciones tarde o temprano se caerían en cadena, omitió cualquier advertencia para seguir cobrando los impuestos de cada operación.
Aquí se observa cierto grado de ¿inocencia, cinismo, malicia? de los cultores del libre mercado, ignoran o niegan que en el futuro el sistema se tiene que caer. La demanda de inmuebles comenzó su declive cuando aún había construcciones en marcha, pero claro, si las filas de desocupados españoles se incrementaban cada vez más, ya no tenían potenciales clientes, su universo se había achicado, y los que se salvaron, ahora eran presa de la preocupación e inteligentemente optaron por ahorrar su dinero. La fiesta se termina cuando a los clientes no se los puede convencer más del derroche desprejuiciado. Es ahí donde el modelo se rearma.
Lo cierto es que el estado español tuvo que salir a salvar bancos de la quiebra (a los clientes que los ayude dios), mientras algunos pocos pícaros fugaron sus ganancias a algún paraíso fiscal antes que todo estallara.
Cuidado con los globos de colores que nos ofrece el libre mercado para que caigamos en su trampa, los globos nos los regalan, pero los alfileres se los quedan ellos.







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