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La burguesía disfraza su propio interés particular, para que de tal forma, ese interés particular forme parte del interes general

domingo, 5 de octubre de 2014

El Síndrome de Edimburgo

¿Existe el miedo a ser libres?
Escocia casi logra independizarse del Reino Unido, la población de este territorio que hace 300 años está bajo dominio británico fue sometida ya por segunda vez a consulta en 35 años para saber si querían seguir siendo británicos o no, sin embargo ésta fue la vez donde la puja estuvo más pareja y los pro-británicos tuvieron que trabajar para evitar la independencia escocesa.
Para ello se llevó a cabo desde Londres una fuerte campaña de atemorización al pueblo escocés, se les hizo creer que el futuro era incierto en la independencia, que toda clase de penurias económicas (por ejemplo iban a carecer de moneda) y políticas (iban a quedar fuera de la Unión Europea y la OTAN) se les iban a venir si decidían conformar un país diferente. Por el empeño que puso Londres en la participación a favor del NO, en la cual participó activamente el premier David Cameron, parecía que quien más tenía para perder era Inglaterra con la salida de Escocia.
El miedo que sintieron los escoceses a la libertad era totalmente infundado, el Banco de Escocia hace tiempo tiene permitido emitir su propio papel-moneda que no es aceptado en otros lugares del Reino Unido, pero en Escocia es de uso permitido (aunque de curso no legal) y de hecho, convertible en Libras o Euros. Además Escocia es un país con recursos naturales y con un grado de industrialización que le permitiría comerciar por fuera de la Unión Europea sin por ello caer en la hambruna como casi lo pronosticaron desde el poder central británico y todos los tecnócratas europeos.
La preocupación central de Londres, en cambio, tenía fundamentos. El Mar del Norte tiene ricos yacimientos petroleros (el famoso Brent del Mar del Norte se extrae de allí) los cuales estarían bajo soberanía marítima escocesa casi en su totalidad. Si una de las razones que tienen los británicos para no abandonar las Malvinas es el petróleo que éstas tendrían bajo sus aguas, no iban a dejar que Escocia se separe del reino tan fácil llevándose todas esas reservas de crudo consigo.

¿Quién se queda con los fierros?
Además del petróleo, de la explotación minera y de la interesante producción industrial escocesa, está la cuestión militar. Varias bases militares de la RAF (Royal Army Force o Fuerzas Armadas Británicas) están instaladas en territorio escocés (Ayrshire, Dounreay, Lossiemouth, Kinloss, Faslane, etc) y muchas cuentan con armas nucleares... ¿ante una independencia, le corresponde a Escocia quedarse con todo eso?¿Tendría derecho Londres a reclamarselo? La militarización de Escocia es tal que un tercio de las posesiones militares del Reino Unido en tierras, considerando colonias, están ubicadas en Escocia.
La particular geografía escocesa, que comienza a parecerse bastante a la escandinava, así como su clima, son ideales para diversas pruebas militares de la RAF que usa tierras y aguas de la zona para diversos juegos de guerra. El único lugar del Reino Unido donde se practican pruebas nucleares con uranio empobrecido es en la región escocesa de Dundrennan. Dado lo inhóspito del sitio, es un lugar elegido para estas peligrosas pruebas, lo cual acarrea una contaminación considerable de la zona.

La amenaza eterna de la independencia
Ante períodos donde los escoceses se sienten olvidados por Londres, sacan a relucir el tema de la independencia, consideran tener ciertas derecho a ciertas consideraciones especiales por todo aquello que aportan al poder británico como el segundo territorio más grande y poblado del Reino Unido y, proporcionalmente, el más rico.
Los años 70 fueron duros para la economía británica, la desaceleración en la producción industrial se hizo sentir fuerte en Escocia donde el primer plebiscito por la independencia se llevó a cabo el 1 de marzo de 1979, allí si bien el Sí a favor de la independencia salió victorioso por escaso margen, el Parlamento británico desconoció el resultado argumentando que los votantes del Sí no llegaban a sumar el 40% mínimo requerido del total de la población escocesa (no todos acudieron a votar). Esta crisis continuó hasta bien entrados los años de Margareth Thatcher cuando se reactivó la economía gracias a la producción de la maquinaria bélica iniciada con la guerra de Malvinas.
Si bien pareciera haber una ligera recuperación, los índices económicos distan de ser los mejores, eso generó un fortalecimiento del movimiento independentista (que tiene un partido propio en Escocia, el Partido Nacional Escocés que lidera Alex Salmond) que se sintió confiado en ganar esta vez. A este referendo asistió un porcentaje mucho mayor de votantes al de 1979, y si bien se superó el 40% de votos por el sí (considerando el total de la población) fueron derrotados por los que querían mantenerse bajo dominio británico.

Las consecuencias de la independencia de Escocia eran impredecibles, podía dar ánimos a otras regiones de Europa a pedir una consulta similar como son los casos de Cataluña y País Vasco (España), Cerdeña (Francia), Flandes (Bélgica), Islas Feroe y Groenlandia (Dinamarca) o Venecia (Italia). Justamente son estos países que propiciaron las divisiones territoriales de estados que les convenía desmembrar (Yugoslavia, URSS, Serbia, Etiopía, Sudán y, quizá, Yemen, Libia, Siria e Irak) tienen el peligro de la balcanización en su propia casa e infunden toda clase de miedos a los movimientos secesionistas.
El tema de los independentismos da mucha tela para cortar, puede ser visto desde diversos puntos de vista.
A todo esto, Escocia obtuvo ciertos beneficios que le brindan a este país una mayor autonomía, cuando la situación se vuelva a relajar, cuando la economía vuelva a entrar en crisis (que con este modelo puede pasar de un momento a otro) los escoceses volverán a presionar con su nacionalismo, cuidado, no sea cosa que un día ganen, allí sí que se va a poner divertido.