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miércoles, 5 de marzo de 2014

El Instituto Tavistock: La capital del lavado de cerebro


En Sussex, Reino Unido, existe un misterioso instituto de investigación en ciencias sociales fundado poco después del fin de la Segunda Guerra Mundial, en 1947. Allí nace el Tavistock Institute of Human Relations.
Cabe aclarar que el instituto en cierta forma ya existía, puesto que fue lo que antes se conocía como Clínica Tavistock, un lugar que funcionaba desde 1920 y se ocupaba preferentemente del estudio de la psique. Estaba formado su plantel de profesionales en su mayoría por psiquiatras que estudiaban los trastornos producidos por la guerra primero sobre soldados (eran tiempos posteriores a la Primera Guerra Mundial) y luego sobre civiles. Muchas de estas investigaciones se efectuaron en secreto, a espaldas de los ciudadanos por parte del gobierno británico y del estadounidense que también estaba interesado en este tipo de estudios.
Fue tal el interés por el instituto del otro lado del Atlántico que en 1947 la simple clínica se transforma en el instituto más desarrollado que aún existe gracias a fondos de la Fundación Rockefeller. De esta forma el instituto dejaba de depender del gobierno inglés como clínica para servir a intereses privados funcionales al gobierno de los EEUU.
Algunos arriesgan que este instituto posibilitó la creación de la OSS (la Office of Strategic Services,
predecesora de la CIA) y que fue vital para que EEUU se posicionara como potencia hegemónica de occidente, lugar del que desplazó a Gran Bretaña a partir de finales de los años 40.
Así con el tiempo se multiplican en territorio estadounidense otros institutos análogos al Tavistock integrados por investigadores provenientes de allí. La idea era utilizar lo descubierto para profundizar la investigación del control de masas. El gobierno de EEUU estaba preocupado por las revueltas obreras, así que apuntaron a la desmoralización de los trabajadores, y por ende, de toda la sociedad.
El control de masas tiene una base importante en los medios de comunicación que son los que llevan a cabo el experimento. A través de la TV, la música, el cine y los medios gráficos se puede adoctrinar a una sociedad que está convencida de elegir en libertad su entretenimiento y fuentes informativas, aunque en realidad es dirigida por sutiles estrategias desarrolladas en Tavistock a una aparente libertad que nos lleva a elegir entre opciones favorables al sistema.
Ya referimos al uso del cine como medio de propaganda, la TV también es muy importante, estudios revelaron que la adicción a la TV produce en el cerebro del telespectador una distorsión de la realidad y del buen juicio que lo lleva a pensar que la realidad es lo que muestra la televisión poniendo en duda lo que pasa realmente. La música también es una forma de quebrantar el espíritu crítico, se sabe que una melodía puede afectar las emociones de quien la escucha a través de la nostalgia, la repetición (es una forma de imponer temas de "moda" para el interés de las corporaciones discográficas, muchas de estas canciones o géneros tildados de "populares" son de una calidad pobrísima) o los mensajes subliminales en las letras. La música genera un sentimiento de confraternidad por ejemplo en sectores juveniles cuyo comportamiento, estilo y forma de pensar muchas veces es previsible gracias a lo impuesto por su banda o solista favoritos.



Las consecuencias del Tavistock hoy
Hoy en día las consecuencias de este control de masas es aún visible, al sistema le conviene sobrecargarnos de trabajo para que no pensemos, para que nos estresemos y estemos permanentemente ansiosos, o bien hacernos prescindibles dejándonos desocupados y provocar nuestra depresión. Estos estados no sólo no nos permiten analizar la realidad con sensatez sino que nos vuelve débiles a las enfermedades, y es allí donde los medicamentos hacen su trabajo. No son pocos los que piensan que muchos tratamientos para combatir la depresión o el estrés utilizan drogas que contribuyen, además, a la aceptación del sometimiento por parte del paciente, lo cual formaría parte de su "cura".
Este mismo sistema nos ofrece como entretenimiento la televisión, un medio que no brega por el pensamiento crítico de sus consumidores sino que promueve nuestra excitación a través de la violencia, el sexo, el miedo, la furia y el morbo (a veces combinados) y que como teleaudiencia tomemos posturas airadas, alejadas de un análisis sensato de la realidad, como en los casos de "inseguridad" donde se promueve permanentemente la idea de venganza=justicia. Este medio propone cierta forma de entretenimiento basada en la mediocridad y la estupidez, los programas como Gran Hermano, de chismes de la farándula, de opinadores de todo tema o de concursos ridículos mantienen al espectador pendiente de la pantalla sin retribuirle ningún valor intelectual. Según dicen: "la gente vuelve del trabajo cansada y no quiere pensar, sino entretenerse durante la cena y antes de ir a la cama". Este concepto vació a la tv comercial de contenidos educativos o analíticos que ahora están perdidos en contados canales de cable y nos (mal) acostumbró a que la tv no sirve para dejarnos pensando, sino que cuenta la realidad y no admite cuestionamientos.
En Latinoamérica muchos gobiernos progresistas deben hacer uso habitual de la cadena nacional para poder cumplir con su deber de comunicar los actos de gobierno porque las "grandes cadenas" de medios no los publican bajo la excusa de que la política "resta audiencia" porque los telespectadores detestan a los políticos. Tales medios contribuyen a ese rechazo a la política, porque muchos de ellos se nutren de programas dizque políticos donde no paran de denostar a la clase política y al gobierno si no es del agrado del medio o de algún patrocinador. Ni hablemos de los programas de denuncias que impusieron la creencia de que la corrupción que existe es la política, desligando los delitos empresariales, de guante blanco que efectúan los amigos del medio y son mucho más nocivos para el pueblo.
Hace tiempo ya que nos venimos preocupando desde este espacio de cómo los medios de comunicación modelan la realidad a su antojo confiando en la credibilidad de sus espectadores, que por cierto no es tan baja como uno esperaría. He ahí uno de los éxitos de la teoría Tavistock.
La influencia dañina no sólo está en los noticieros, hoy estamos habituados a que gran parte de la ficción (muchas veces de pobrísima calidad) llegue a nuestras costas desde los EEUU gracias a las corporaciones de tv satelital. Así también como con la música, a través de las canciones y de los "estilos" de muchas figuras del pop dado que a este género musical se le atribuye un papel relevante en el control de masas. Basta ver como los fanáticos de ciertas estrellitas del momento tienen comportamientos airados, hasta llegan a imitar a sus ídolos. El mensaje rebelde y antisistema seduce a muchos jóvenes, en edad de natural rebeldía, sin considerar el opulento estilo de vida que sus figuras admiradas sostienen. Otros son productos del mercado completamente artificiales que generan fanatismos exacerbados, de esta forma se consigue que los fans adopten actitudes determinadas por el sólo hecho que sus ídolos así lo promueven (consumo de ciertos productos, uso de determinada ropa).
Tampoco es novedad la influencia de programas infantiles, tendientes más a hacer adictos a los niños a la TV y no a fomentar su espíritu crítico o a ayudarlos en su proceso educativo. Se sabe por ejemplo que Walt Disney en sus películas establecía mensajes sutiles (y no tanto) para que los niños adopten como natural la diferencia de clases y el consumo propios del capitalismo que era siempre presentado como el único sistema posible demonizando formas de vida alternativas*.
Se discute mucho en estos días el uso de drogas dentro de este sistema. Agencias como la CIA a instancias del Tavestock, han investigado el uso de drogas para el control de masas. Algunos creen que drogas como la cocaína o el LSD, aparentemente combatidas según la versión oficial, son necesarias para tener a un sector de la población afuera del debate de ideas o de la crítica al sistema. estupefacientes de peor calidad como el hachís o crack (también conocido como "paco") se suministran a los pobres fundamentalmente para obstaculizar sus intenciones de rebelarse ante las injusticias, y hasta para matarlos de a poco... El tema de las drogas y el sistema opresor que nos somete da para otra nota indudablemente puesto que están los que afirman que el sistema de vida capitalista es imposible sin el abuso de drogas legales o ilegales.

Salud, si eres del 15%
Lo cierto es que los experimentos dan resultado y que aproximadamente un 85% de la población es proclive a reproducir los resultados esperados. Como muestra algo de actualidad, ¿te has preguntado por qué son más violentas las protestas desestabilizadoras de Ucrania o Venezuela donde reclaman "libertad" (que aparentemente no les falta) y parecen inofensivas las que se producen en países neoliberales donde hay evidentes reclamos por falta de servicios de salud, educación, trabajo, vivienda o salarios? Quizá por la misma razón en que los medios hegemónicos se refieren a la "gente" que protesta contra el "régimen" venezolano o ucraniano, mientras hablan de los "activistas" que en Grecia o España enfrentan a la policía en alguna escaramuza. El uso del lenguaje es vital, mediante eufemismos uno puede hacer que un reclamo artificial sea más serio que otro donde se pide respetar los derechos básicos de los individuos.

Hoy les ofrecemos 2 documentales sobre este misterioso centro creador de las guerras de baja intensidad, en el primero el investigador lituano Daniel Estulin analiza la influencia del Tavistock en la actualidad en la cadena rusa en español RT. En el siguiente tenemos un envío de Germán Mairen, si bien está un poco falto de recursos técnicos, abunda en datos históricos de un sitio que muchos a partir de hoy conocerán su existencia... eso si, no esperen muchas noticias de último minuto sobre el mismo en los grandes medios corporativos.


El siniestro Instituto Tavistock from El Oro de los Dioses on Vimeo.

*De lectura recomendada: "Para leer al Pato Donald" Dorfman-Mattelart, Chile, 1973.

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