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miércoles, 5 de febrero de 2014

El cine como propaganda II: La cuestión latina

Al Pacino en Scarface
La relación entre EEUU y el mundo latino es muy especial, desde el vamos los latinoamericanos debemos padecer la coexistencia en un mismo continente con el imperio más poderoso que la humanidad recuerde, y por tanto no es de extrañar que ese imperio se crea con atribuciones "especiales" sobre lo que asume, es su patio trasero.
El cine es una forma de propaganda que los estadounidenses explotan muy bien, así como el manejo de medios audiovisuales. El imperio debe enviar continuamente el mensaje que lo exculpe de sus incoherencias, fallas y atrocidades ante aquellos que lo podrían envidiar o admirar. La comunicación es muy importante, no por nada nuestras compañías de tv por cable están plagadas de canales de EEUU, de series y películas con nombres en inglés que son la fuente de entretenimiento contemporánea. Algunas de estas cadenas se ocupan de poner hasta programas latinos, preocupados por la distracción del patio trasero. Estos programas se hacen con actores mexicanos o traducciones mexicanas, porque para los EEUU históricamente, Latinoamérica es algo así como México. 
Misteriosamente los doblajes son diferentes para Latinoamérica que para España. Mientras los españoles consumen series y películas yanquis dobladas con su acento, en nuestro continente debemos padecer un patético doblaje mal llamado "neutro", ajeno a los giros que nos diferencian.
En su cine y series los yanquis nunca se preocuparon demasiado por establecer muchas diferencias entre mexicanos, salvadoreños, brasileños o chilenos. Para ellos Latinoamérica tiene playas, selvas abundantes o desierto ya sea que la acción transcurra en Ecuador, Bolivia, Uruguay o Tierra del Fuego. Salvo algunas excepciones los hombres latinos siempre tienen la camisa abierta casi hasta el ombligo, usan bigote y barba desprolija, son terriblemente machistas, deshonestos, de escaso vuelo intelectual y varían entre gordos sucios sudados (a veces con falta de piezas dentarias) y latin lovers, galanes con fuerte tendencia a la infidelidad y con intereses frívolos. Las mujeres son mostradas generalmente como sometidas, casi mudas, algunas jóvenes, bellas y de escotes generosos (Latinoamérica parece invitar a la promiscuidad, tierra caliente donde debe abundar el sexo desprejuiciado, piensan los yanquis). También se muestra a los latinos como miedosos a partir de la ignorancia, cuando no es al castigo divino, se le teme a la brujería, o bien a algún matón de turno como en la película  Three Amigos! (1986) donde Steve Martin, Chevy Chase y Martin Short van a México y se encuentran con un polvoriento pueblo habitado por pusilánimes campesinos que eran hostigados por un patético bandolero y su banda de forajidos. En esta comedia aparece de nuevo la maldad infundada del villano latino, pero más cerca de la actitud infantil que de la del sanguinario criminal. Todos los mexicanos en esa película son mostrados como verdaderos tontos que son salvados (los pueblerinos) o son castigados (los villanos) por 3 yanquis que nunca habían usado un arma real en su vida. Otra vez la acción salvadora de los EEUU que van a llevar justicia a aquellos salvajes rincones donde la civilización no ha llegado, civilización que los yanquis si asumen tener y les basta para que estos 3 ridículos derroten a un centenar de pistoleros, porque claro estos últimos, carecen de inteligencia.

Parece ser que en aquellas películas donde el criminal es un anglosajón, la razón principal es su psicopatía. Un norteamericano blanco, no hispano, cae en el crimen en la mayoría de los casos si se vuelve loco. En la saga de Hannibal Lecter (Silence of the Lambs, Hannibal y Red Dragon) los personajes de Ted Levine, Anthony Hopkins y Ralph Fiennes eran asesinos seriales con terribles trastornos psíquicos, algo parecido le ocurre a Brad Pitt en su papel en Kalifornia donde se carga a más de 4. El violador encarnado por Jack Nicholson coquetea con la locura en One Flew Over the Cockoo's Nest   y en El Resplandor es un escritor que enloquece en medio de la soledad y el tedio invernal del aislamiento. Y porqué no, la doble vida entre hombre de familia y asesino serial que lleva el bipolar Mr. Brooks (Kevin Costner). Tampoco falta el delito menor por parte de "ovejas descarriadas", tanto en El Padrino I como en Scarface hay un jefe de policía (no latino) corrupto que pretende obtener soborno de... latinos delincuentes (en este caso italianos y cubanos).

La súper acción difamatoria
Por el contrario, se observa en el estereotipo del latino una maldad "natural", ejemplos sobran. Por caso resulta desopilante ver en la película Daño Colateral (2002) protagonizada por Arnold Schwarzenegger, la explicación del líder guerrillero de las Farc y narcotraficante (de paso le cargaron a la guerrilla colombiana todos los pecados que el puritanismo yanqui condena):
 "Estamos en contra del modelo de familia de los 'americanos', ellos no comprenden que a nosotros nos importa la guerra".
La frase, si se la analiza, tiene un detalle interesante, el guerrillero-terrorista-narcotraficante asume su maldad poniendo en el papel de bueno a los americanos (o sea los EEUU, que siempre se jactan de defender la familia y la libertad). El tipo lo dijo ante sus subordinados que mantenían ceños fruncidos, expresiones bestiales que imposibilitaran cualquier simpatía del espectador hacia esos rufianes que no tenían historias de vida, ni se explicaba correctamente por qué eligieron la lucha armada, simplemente parecían bestias resentidas de la libertad, la democracia y del estilo de vida "exitoso" de los EEUU. La maldad intrínseca del latino vuelve a aparecer, como habíamos citado antes, ahora en el marco del cine de acción.
Imagen de Daño Colateral
El género de acción estadounidense tiene un sello propio y hasta cierta tendencia ideológica. En esta clase de películas no sólo no se cuestiona el papel intervencionista de EEUU afuera de sus fronteras sino que hasta se lo defiende, como si fuera "natural" ese derecho. Esto representa la creencia de gran parte de la población de EEUU que está convencida del papel "evangelizador" de su país, que lucha contra los tiranos malos para llevar libertad y democracia a aquellos pueblos atrasados que no saben proveérsela por si mismos, ya hablamos mucho de como las cadenas mediáticas de EEUU deforman la realidad tendenciosamente, y la mirada sobre los latinos y sus gobiernos no queda exenta. Este tipo de cine de acción suele ser muy taquillero, asegura efectos especiales muy logrados (seamos sinceros, nadie les gana a los yanquis en eso) y la garantía de que a todo momento ocurre algo (esto diferencia al cine de Hollywood del europeo en todos los géneros, no sólo acción).
La fórmula en el fondo es siempre la misma, el musculoso y duro, pero de sentimientos tiernos y alta moral, protagonista (que no pocas veces trabaja o trabajó en la CIA o el ejército) tiene que vengar él sólo un crimen horrible (atentado, violación, secuestro o asesinato) a algún lugar perdido del extranjero que seguramente desconoce. El crimen a vengar tiene que ser horripilante y la actitud de los malos (muchas veces de tan malos llegan a la imbecilidad) no debe dejar lugar a duda sobre qué lado ponerse y así justificar la venganza final de los "buenos" que no va por el lado de la justicia sino de más crímenes horribles y sangre, pero justificados por la venganza.
Imagen de Bad Boys II
No pocas veces las producciones cinematográficas estadounidenses usan su poder de llegada para destilar ideología y hasta para agredir a rivales políticos. Son recordadas las películas sobre Vietnam, a modo quizá, de catarsis por la derrota, se hicieron muchas adonde el héroe solitario (y republicano, en el sentido estadounidense del término) derrotaba a los sanguinarios vietnamitas. Este formato se lo aplicaron por ejemplo a Cuba, en la película Bad Boys II, los fanfarrones personajes de Martin Lawrence y Will Smith van ilegalmente a la isla caribeña para liberar a una inocente jovencita de las garras de un despreciable cubano narcotraficante, terrorista, amigo y soporte del gobierno de Fidel Castro y con humanismo e inteligencia nulos. Encima al tipo lo ayudaba la mafia rusa, con este "combo" los yanquis denostan a 2 viejos enemigos: los rusos y la Revolución Cubana. Difamación disfrazada de entretenimiento.

Cómo formar un estereotipo sin las peores intenciones
A través del humor los latinos hemos padecido difamaciones varias ya sea en cine o series. En el caso de las series, la recordada Brigada A (The A-Team) célebre en los 80, le dedica varios capítulos a latinos tontos y malvados que eran castigados por oprimir a latinos tontos dóciles. Otra vez los talentosos yanquis salvadores ponían todo en su lugar.
Los italianos tuvieron lo suyo, más allá de la genial saga de El Padrino, el cine y las series de EEUU impusieron la fama del italiano mafioso (como en Analízame, con Robert De Niro y la serie Los Soprano, de gran éxito, entre otros). No decimos que la imposición del estereotipo haya sido a propósito, pero no pocos norteamericanos medios asumen las afirmaciones del cine como verdades.
La serie Friends también se ríe de Latinoamérica, en un capítulo la actriz Phoebe Buffay canta sobre "un país llamado Argentina..." (la idea de algo exótico, desconocido para el yanqui medio) donde "puedes comprar un órgano por 50 pesos" (¿una infamia que deberíamos perdonar bajo la excusa del humor?) y cierra la canción con un españolísimo "olé", onomatopeya que sólo se usa en Argentina en los estadios de fútbol:



En general cuando no conocemos mucho a otra cultura no es difícil que aparezca el prejuicio típico de la ignorancia que no la deja muy bien parada (solemos pensar lo peor de lo que desconocemos) el problema radica en propagar ese prejuicio como una verdad confirmada, a veces tras el disfraz del humor, que se lo identifica con un género impune ya que las bromas lo justifican todo, dicen. Sin embargo no pocos norteamericanos y extranjeros que no conocen Argentina y escucharon la canción de Phoebe en esa reconocida serie ya se habrán hecho toda clase de fantasías en contra de ese país "salvaje, corrupto, incumplidor de deudas, guarida de prófugos, donde roban órganos en todas las esquinas para venderlos por 50 pesitos y protector de nazis" llamado Argentina. Oh TERROR!!!!
La broma ya deja de serlo cuando el mismo estereotipo es repetido una y otra vez. Ignoro cuántos estadounidenses saben con exactitud adónde queda Argentina en el mapa, incluyendo los que hicieron películas y series relativas a ese país. Con ese nivel de conocimiento he encontrado unos hilarantes compilados sobre como trata Hollywood a la Argentina demostrando un nivel de ignorancia ridículo (sitúan montañas en Buenos Aires y en Villa Gesell, una localidad balnearia del Atlántico a cientos de kilómetros de algo que pueda asemejarse a una montaña) o llamar al Aeropuerto internacional de Ezeiza como "Evizia" (que no está en Buenos Aires, sino en las afueras):
Argentina según Hollywood I (Active los subtítulos)
Argentina según Hollywood II (Active los subtítulos)

Hubo una época donde las producciones de EEUU hacían referencia a países ficticios, con nombres inventados aunque uno se diera cuenta si se trataba de Latinoamérica, un estado del bloque soviético o uno fundamentalista árabe. En esos casos había difamación, pero no contra un país determinado, sino contra un conjunto de países bajo la injusta y parcial crítica estadounidense.
Dada la procedencia de quien escribe, nos ocupamos bastante de la difamación contra la Argentina, aunque existe contra muchos otros países (y se agradece el compartir esa información). Sobre todo con respecto al infame "refugio de nazis" puesto que EEUU fue uno de los países que más científicos nazis recolectó para su provecho como ya hemos publicado en este blog.

Para terminar, os invito a leer un texto que amplía un poco más este tema con abundancia de ejemplos:
Banana Republic, por José Pablo Feinmann

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